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La espiritualidad te hará libre

Antes que entrar de lleno en el terreno que ocupa el título, me gustaría hacer un pequeño, pero imprescindible apunte, sobre lo que considero que es la espiritualidad o, mejor dicho, dónde considero que se sustenta y desde dónde podemos empezar a andar el maravilloso camino de lo espiritual en lo terrenal.

Esto tiene mucho que ver con lo que tanto hemos escuchado de «los derechos y los deberes». Si queremos tener el derecho, tenemos que tener el deber, o viceversa. Pero ¿este deber qué tiene que ver con la espiritualidad? y ¿qué significa tener un derecho en la espiritualidad?

Antes de liarte con ideas y conceptos mentales, voy a ir al grano y a simplificar. Estoy hablando de la responsabilidad. Esta palabra, en su etimología significa «dar respuesta a algo (respondere) – que es posible (bilis)», de origen latino. Por lo tanto, responsabilidad es, simplificando, nuestra habilidad o capacidad de responder.

Por lo tanto, la responsabilidad es la base de la espiritualidad, porque es el acto imprescindible para empezar a generar la vida que deseamos. Si no me responsabilizo no puedo actuar como mi propia autoridad, y voy a delegarla en el otro y, si no funciona lo que estoy haciendo, el otro o el método es el culpable, por supuesto.

No obstante, esto no es lo que suele suceder. Normalmente cuando entramos en el llamado mundo de la espiritualidad, nos podemos confundir muchísimo, porque buscamos respuestas -como quien busca ciegamente una píldora mágica que alivie su dolor- desesperadas.

Esto da lugar a situaciones de entrega de poder y pérdida absoluta de la responsabilidad de uno mismo. Creemos que, porque es algo más «espiritual», nos funcionará porque sí, sin más, por arte de magia, y que nosotros no tenemos que hacer más que dejarnos hacer. Suena muy tentador, pero la cruda realidad es que la vida te exige siempre un aprendizaje y que, sin esa habilidad para responder, no va a llegar nunca a ser integrado. Por eso, demasiadas veces las personas que entran en este mundo acaban saliendo de él llenas de decepción y con más desesperación que cuando entraron.

Lo espiritual no funciona porque es espiritual, funciona porque tu te empiezas a encargar de ello. ¿Qué hay de más espiritual que alguien que se da cuenta de que tiene el poder y el control absoluto de su vida y que puede crear y generar lo que realmente necesite? Esto, aunque a simple vista parezca un milagro, es fruto de un trabajo interno de toma de conciencia y acción de responder ante la vida.

En conclusión, si tomamos nuestra responsabilidad y actuamos en consecuencia para lograr aquello que necesitamos en nuestro mundo, seremos libres porque soltaremos la dependencia al otro, dejaremos ir las creencias que nos restan poder personal y recuperaremos nuestra integridad y autoestima. Por lo tanto, la espiritualidad te exige ser más coherente contigo mismo, ser más real y auténtico, dar lo que tienes y no lo que no tienes, apostar por lo que quieres y hacerlo solamente por decisión propia.

Podríamos entonces decir que, la resposabilidad es un derecho y es un deber.

La espiritualidad te da sentido de poder personal, y eso te hará definitivamente libre.

 

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