
20 Feb ¿Actúas por amor o por miedo?
Un día me planteé por qué elegía lo que elegía. Cuales eran mis motivaciones para hacer una cosa u otra.
Lo hice a raíz de una conversación que escuché sobre el poder ser consciente desde qué lugar (emocional) solíamos tomar una decisión. Entonces me di cuenta que, la mayoría de las veces, tomaba decisiones desde el impulso y la euforia, cosa que luego hacía que se desvaneciera la energía inicial, o no las tomaba simplemente porque era víctima del miedo, entonces la insatisfacción vital se apoderaba lentamente de mi.
Nuestras decisiones deberían ser fruto de nuestras necesidades, y no de nuestros miedos o impulsos poco duraderos. De lo contrario, nuestra vida va a estar vacía de sentido, porque el sentido es, antes que nada, un autocuidado para con nosotros mismos. Y, si no nos cuidan/nutren las decisiones que tomamos, ¿qué sentido tiene vivir?
Mi propuesta con este post es que puedas pararte un momento a pensar y a darte cuenta desde donde tomas decisiones. Date cuenta si decides responder un mensaje que no te apetece responder por miedo a quedar mal. O si dices que sí cuando te gustaría decir no, por miedo a perder una oportunidad mayor. O si dejas de hacer lo que a ti te gusta, por miedo a quedarte solo. Si te precipitas en algo por miedo a llegar tarde o, de lo contrario, lo pospones por miedo a fracasar.
Es preferible no decidir nada, no hacer nada, no decir nada, y dejar reposar cómo me siento con esto que me está pasando, antes de hacer algo con ello. Es una práctica que, como todo, requiere su tiempo, porque al principio, si uno no está habituado a decidir desde su centro, probablemente no sepa qué decidir o esté unos días confundido intentado saber si es algo que quiere o lo hace por los demás.
Generalmente, no nos enseñan a escucharnos. Partiendo de la base de que la educación está diseñada para memorizar información externa y no para cuestionarla, entonces no estamos entrenados para saber qué pensamos u opinamos realmente de algo. Normalmente resulta más fácil decisión en función de lo que dice mi entorno, y en en función de lo que yo necesito.
Lo que funciona siempre es respirar profundamente, relajarse y centrarse en el cuerpo. Una vez en ese estado nos preguntamos qué queremos realmente, y esperamos a que el cuerpo responda. Imaginamos las posibles situaciones en base a nuestras decisiones, nos vemos en ese lugar o en esa acción, y tratamos de ver cómo nos estamos sintiendo. Si hay mayormente angustia, ansiedad o incomodidad, es que no va por ahí. Si hay nervios, pero también hay alegría, motivación o energía, es que vas por el camino adecuado.
Ahora, atrévete a soñar y actúa por amor.
No hay Comentarios